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Mostrando entradas de marzo, 2016

La metáfora es una confusión habitable.

Así como ese lugar común de la actriz cuya belleza gozó mejores tiempos y ocupa sus tardes en rememorar su época de gloria, así recuerdo mis años de licenciatura. Ese sistema académico, que desde su verticalidad genera deleznables dinámicas de poder, que propicia que el alumno se desviva por salir del anonimato, por ser una entidad única con un nombre propio a los ojos del profesor mismo que en un acto de (espuria) generosidad excepcional resalta el trabajo del ya nunca anónimo alumno, me dio varios premios de este tipo. Y aunque sea un triste simulacro de la felicidad, funciona. Afortunadamente uno puede tomar distancia de ello y sacar alguna otra cosa más útil o más encantadora después. Recuerdo que en un curso extracurricular que el profesor Pedro Cerrillo dio acerca de los poetas de la generación del 27 (puse "generación" para que sepan de qué hablo y para que los exquisitos digan que eso no es una generación según bla) revisamos en los últimos días un poema de Albert