La ventana indiscreta pueden ser todas. Desde la ventana de los ojos, que sin mucho pedir más que un par de párpados abiertos y lubricantes no se interpongan en el camino, hasta, no sé, la ventana del autobús que te lleva a la escuela, pero que también si querer te pasea. Puedes ver todo lo que rodea al camión, o casi todo, -cómo va la remodelación del parque, ya pavimentaron aquí, ya quebró esta fonda, ya abrieron otra vinatería, etc-. A veces recorres una parte del camino que hacías rutinariamente en años anteriores, por ejemplo, ibas a la prepa y hacías el mismo camino y ahora vas más lejos, en distancia y en tiempo pues ya vas a la universidad. Recuerdas cuando ibas con tus amigos por una torta, por un refresco, al billar, a las chelas, a comprar pulseritas y a veces a estudiar. A veces recuerdas los buenos maestros, los malos, los momentos simpáticos de la prepa. A veces sólo vas leyendo una novela de chismes amorosos y levantas la vista y ¡puff! ocurre. Lo ves, la vez, dos partes...
Me he dado cuenta de que soy un tipo muy apacible, o eso creo. Por eso creo un personaje iracundo que escribe desde la bilis. Cosas quesque serias para no ser tomadas en serio.