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Me desperté y escribí esto porque no quería dormir de inmediato.


Supongo que a todos nos ha pasado: un mal sueño, uno lo suficientemente malo como para ya no querer dormir. A mí me acaba de pasar. Hubo tres momentos de miedo: uno en el sueño, otro mientras me recontaba el sueño y uno más cuando bajé de la cama. Vamos por partes.

En el sueño yo estaba en mi casa, pero claro, había algo distinto en ella. En realidad, lo primero que recuerdo es estar en el coche con mis papás justo dentro del garage. El garage no es muy grande y de hecho sólo una reja divide al garage del lo que podría ser el lobby del edificio, pero no en mi sueño. En mi sueño era un poco más laberíntico, varios pasillos conducían de la cochera al lobby, y en mi sueño el edificio sí tenía un lobby en forma, con alguien que te recibe, unas escaleras y un elevador. Supongo que subimos por el elevador y llegamos al departamento. No recuerdo más en forma secuencial, pero sí me acuerdo que en al menos dos momentos del sueño me puse a analizar la distribución de mi casa; es que en mi sueño era tan distinto a como es. Para empezar era muy amplia, pero lo sorprendente es que era como un cuarto de hotel. No había separaciones entre el cuarto de mis papás y el mío simplemente porque no había cuartos, había eso sí, dos camas matrimoniales en algún lugar del departamento. Las camas tenían a los lados sus respectivas mesitas, un tocador enfrente y unido por algún tipo de estructura, un escritorio. Todo era de madera, eran como módulos para vivir. El mío, además, tenía un librero, claro. El resto del departamenpo me resulta un misterio, baño y cocina estaban ocultos en algún lugar, en cambio sí había una sala muy grande y una televisión, en algún otro lado el comedor para 8 personas, todo, como digo, sin paredes de por medio.

Lo más impresionante del departamento así, renovado como estaba, es que a determinada hora de la mañana llegaban dos mucamos con su carrito y hacían las camas, además de llevarse la basura y darle una barrida y trapeada al departamento. De eso sí me acuerdo, y lo que más recuerdo es a mi papá dándoles unos $20 mientras les decía "para su chito, aunque sea". El par de mucamos pusieron cara de confusión, claro, ¿es que ya nadie sabe qué es el chito? Mi papá les explicaba y yo les decía "ahí en el metro Chabacano lo venden, o en Pino Suárez". A mí la verdad me daba un poco de pena ajena, es que quién anda dando propina mientras dice "para su chito", uno da la propina y ya.

La siguiente escena que recuerdo es a mi familia y a mí en el metro. La estación era una mezcla de varias estaciones, físicamente en la parte de arriba era como Chabacano de la línea dos, físicamente abajo era como Chabacano de la línea nueve, y los colores de las líneas, porque ahí se transborda, eran la rosa y la verde, como Balderas, además se llamaba Pino Suárez.

Iba haciendo alarde no ya sólo de mi suma intelectualidad, sino además de mi destreza porque iba leyendo mientras caminaba, a los lados iban mis papás. Mi mamá también traía un libro, mi papá traía su kindle, porque nunca lo suelta, pero ninguno de los dos iba leyendo. Ella iba de pants (¡qué facha mamá por Dios!) y mi papá llevaba un pantalón beige y una camisa azul cielo de manga corta, tanto mi papá como yo íbamos más o menos atentos para ver si por ahí estaba el puesto del chito, no porque quisiéramos, sino nomás para saber que estaba ahí. Ellos se adelantaron un poco, para cuando me di cuenta, tenía que bajar las escaleras para subirme en el tren en que estaban ellos, y aunque las puertas estaban abiertas ya sonaba ese sonidito que te indica que se van a cerrar. Cerré el libro y corrí, pero ya no llegué. Lo último que vi fue a mi mamá sentada leyendo su libro.

Esto es importante. Para cuando bajé las escaleras, estaba en medio de dos vías de tren, digamos que la disposición era, anden, vías, anden, vías, anden y yo estaba en el andén de en medio. De pronto escuché gritos, el tren de mi derecha, estaba estacionado pero se movía de un lado al otro, en ése donde estaban mis papás, estaba temblando y los pasajeros desde adentro gritaban. Me tiré al piso y me agarré fuerte, el piso se sacudía violentamente, mientras pensaba "otro temblor no por favor". Inmediatamente pensé "al menos estás con tu familia" y luego lamenté no estar con mi novia. Alguien gritó, "cuidado con los brazos" porque venía un tren en las vías de mi lado izquierdo, pero venía descarrilándose. Me hice chiquito y cerré los ojos, no pasó nada, vi hacia mi derecha y el tren en el que estaban mis papás desapareció, lo siguiente que me tocó ver es cómo en las vías de la derecha venía un tren a toda velocidad y trataba de frenar pero lo que lograba era volcarse, y entre el río de sangre, vagones y gente, lograba ver los pantalones beige y la camisa azul de mi papá, sabía que era él pero no vi su cara, de pronto ese consuelo que se había asomado en mi cabeza "al menos estás con tu familia" se desvaneció, si mi papá estaba ahí tirado y muerto o herido a mi mamá no le habría ido mucho mejor. Desperté, ese fue mi primer momento de miedo.

Después de que salí de la impresión, empecé a recontarme el sueño. Me di cuejta de que no recordaba nada gratuito en el sueño. Que mi edificio tuviera un lobby con recepcionista y elevador indicaba que lo habían renovado y que ahora era más lujoso, era un aviso que hacía evidente que los departamentos también eran más bonitos. Los departamentos con ese lujo y su parecido a cuartos de hotel justificaban plenamente que hubiera servidumbre que trabajara en el edificio y se encargara del arreglo, así como en un hotel. Como hicieron un buen trabajo, mi papá les dio propina, o simplemente porque ante ese tipo de servicios uno acostumbra dar propina. Lo importante era la frase "para su chito" porque entonces los mucamos no entendían y yo les explicaba que en el metro, en Chabacano o Pino Suárez. Eso explica la siguiente escena, al menos la ubicación, que era una mezcla de las estaciones Chabacano (2 y 9) y Pino Suárez, también explica que mi papá y yo buscáramos el puesto de chito. La presencia de libros en mi "módulo para vivir" explicaba que fuera leyendo. El hecho de que no estuviera en el tren con mis papás es explicable por otro tipo de circunstancias. En el último temblor que hubo, el de diciembre, estaba solo en casa mientras mis papás estaba haciendo compras. La vida me dio la oportunidad, al menos en sueños, de tener las cosas importantes en mi cabeza "al menos estás con tu familia" y haberme lamentado por no estar con mi novia, porque en el tembhor de diciembre sólo pensé "no mames, no mames, pero que manera tan pinche de morir" y no crean que exagero, vivo en un tercer piso. También recordé que mi novia venía camino a mi casa ese día y ella venía en metro, supongo que entonces el metro se explica por dos vías, además, siempre me ha dado curiosidad estar en el metro mientras tiembla (pero espero que nunca pase). El probleia fue cuando las puertas se cerraron y cada quien experimentó el temblor en dos espacios distintos, cómo por una cuestión de segundos yo no me había subido al tren y ellos sí y cómo eso resultó fatal para ellos.

Lo que más me espantó de todo es creer que había un asunto profético en mi sueño, ya lo había entendido, no había un hilo suelto en él, me parecía que tenía una lógica interna impresionante, me pareció que esto probaba más que nada que era profético. Como ya me había recontado el sueño, ahora ahondé un poco en él. Era interesante por ejemplo que en lo que era al final mi casa, no hubiera paredes, mis papás y yo ahí compartíamos espacios, estábamos juntos. Era interesante también que cuando dejamos de compartirlos ocurriera una tragedia, más interesante aún, al menos para mí, fue que dejara de compartir el espacio con ellos por estar leyendo. Es más o menos como ocurre en la realidad, yo estoy en mi cuarto mientras leo y ellos están viendo la tele, o en el cine, o haciendo compras, y aun cuando los acompaño, estoy leyendo, por lo que no estoy realmente con ellos. Mientras hacía todas estas reflexiones, oía a mis papás toser en la otra habitación, "son las 3:30 de la mañana" pensé "y ellos están en otro espacio, y están enfermos, y yo no" y mi mente creyó con más fuerza que nunca en el carácter profético del sueño. En ese momento ocurrió el segundo momento de miedo.

El tercero ocurrió muy poco después del segundo, decidí que no podía intentar dormir así como así, que no quería, que prefería tomar un vaso de agua y escribir mi sueño, y justo cuando puse el pie en el piso me invadió un temor inmenso de que mi pie se hundiera en el piso. Pensé, "es que lo que realmente me da miedo es que a este mundo también se lo cargue la chingada".

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