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Nuevas consideraciones

Lamento aburrir a los pocos lectores con algo como esto

Es cierto que desde hace tiempo la literatura y yo dejamos de ser amigos leales y considerados, yo te estudio, tú te dejas, concluyo algo y te descubro un poco más, punto. La pasión por concluir y descubrir es grande, el placer que logra, indescriptible, pero insuficiente. De un tiempo acá querida literatura (te pongo en minúsculas porque te quiero faltar al respeto) has logrado que nuestra relación se convierta en algo más parecido a una relación destructiva en la que te me alzas y me dices "te gusto mucho, me amas y ese es tu deber, pero yo voy a hacer todo para que te sientas un imbécil, para destruirte y para que estés consciente de que nunca vas a estar a mi altura". Parece que en mi ejercicios de análisis te sentías doblegada y te rebelaste, ahora me retas "órale inútil, analízame, no me importa, no vas a llegar muy lejos". Y esa actitud altiva que tienes me ha hecho desearte a aun más y te persigo como desesperado tratando de leerte, y a veces me miras coqueta y me das alas, y yo sigo esas miradas, quiero más y más, me gustas demasiado y no te lo mereces.

Si bien estas consideraciones no son nuevas, ahora que leo un libro muy elogiado por mis compañeros, ahora justo ese libro me ha dado un empujoncito. ¿De qué carajo me sirves métrica, filología, retórica? Para descomponerte mejor querida literatura, pero y para sentirte qué demonios? Tal vez ahora te aprecio mejor porque sé hacerte algunas preguntas que contestas satisfactoriamente pero yo siempre escondido en los artilugios de la interpretación que me enseñan en la escuela. "Puedes correr pero no esconderte" parece que me dijiste, y una vez más estoy yo desamparado frente a ti y tu capacidad de seducción.

Los detectives salvajes, en menos de 24 horas 170 páginas y al menos eso tres veces más por leer, pero me encanta. Todos hemos robado algún libro alguna vez (yo por ejemplo The Rebel en inglés de Camus, El auto sacramental de Parker, Las estructuras históricas de Frantisek W. Galan, Palindroma de J.J. Arreola y Knulp de Herman Hesse y reconozco que son pocos) y también creo que en las librerías de viejo están parte de los verdaderos tesoros, una vez vi un ejemplar de la Vulgata en una vitrina, abierto, en latín (evidentemente), con al menos unas varias décadas de haber sido impreso. Y también es cierto que robar los libros no es taaaaan difícil, solo hay que disimular y tener una chamarra con bolsas grandes (como la mía), pero es un pequeño conflicto y además la pena de que te cache un dependiente debe ser insufrible. Pero mucha de la riqueza sino es que la gran riqueza está en las casas, aunque de éstas hay que descontar justamente las de los literatos (porque todo lo tiene súper ubicado). Yo tengo dos ejemplos clarísimos.

Tengo un amigo que jugaba fútbol americano y que sigue viendo a sus amigos del americano, todos unos machotes que cogen mucho y se embriagan más. Su papá es arquitecto y su mamá una señora adorable a la que le encanta mi cabello. En el estudio de la casa de mi amigo uno esperaría ver libros de arquitectura (que los debe haber pero no les he prestado atención). De pronto me encontré con ediciones viejas del Libro de Buen Amor (un libro bien interesante pero en español medieval y que claramente no es un bestseller) o con un ejemplar de Las palabras y las cosas de Foucault (otro libro bien interesante y dificilísimo de leer) o los tratados de poética de Jakobson (que claramente no tienen ningún interés para un lector común, y que no contribuyen en nada para la construcción de una casa). Pero lo que llamó mi atención fue un ejemplar del primer tomo de las Metamorfosis de Ovidio editado por la UNAM, lo que significa que tiene el texto en latín. No quiero menospreciar al papá de mi amigo, el señor por ejemplo puede leer hebreo sin ningún problema y de hecho tiene algunos libros (¿el Zohar?) y los lee muy quitado de la pena (entre otras cosas porque tiene una personalidad en la que es judío) pero, ¿pa qué quería las Metamorfosis de Ovidio en latín y en una traducción no tan amigable? Cuando el pregunté sólo me dijo "llévatelo" y como en esas fechas no lo habían reeditado, yo tenía en mis manos un tesoro enorme. Pero en otra ocasión le volví a preguntar y me dijo "pues yo también anduve en ondas como las tuyas". Un día vi un libro de Cioran que me llamó la atención , lo abrí y resultó tener un gran sello que decía "Biblioteca Central UNAM". No me resistí y le dije "veo que tienes algunos libros que eran de la Central". No se perturbó demasiado y me dijo "es que tuve una novia que trabajaba ahí y me los regalaba porque quería que los leyera" Y así se explica la presencia de varios libros de la Graecorum, los de Foucault, Gomez Redondo, Sartre, Cioran, Camus, LBA, Decamerón, la Odisea (en inglés), Jakobson, etc. La verdad no quiero devolver el libro de las Metamorfosis porque no he comprado la reedición, pero en cuanto los compre (probablemente) lo devolveré.

Tengo una amiga que estudia arquitectura (vaya que estoy rodeado de arquitectos) y hoy fui a su casa. Su familia es de corte cultural, es decir, no extraña la presencia de libros raros en su casa. De cualquier manera son herencia (no todos) del abuelo. Pero hoy que fui me enfoque en dos estantes. Balzac, Lorca, Dostoievsky, Las mil y una noches, Novela de la Revolución, Novela de la Colonia, Sartre, Camus, Wilde, Cervantes, todos en bonitas ediciones de Aguilar. Generalmente cada volumen de Aguilar se vende en $500, es decir Las mil y una noches en $1500 (más o menos, a veces $1250) y después me di cuenta de que tenía toda (o casi toda) la colección de Lecturas Mexicanas (yo tengo dos, uno de Reyes y uno de Pellicer), por lo que en un avalúo hecho a la ligera le dije "tu librero con estos estantes que chequé anda en $30 000" y ella se maravilló y dijo "deberían pagarme nomás por tenerlos, pero venderlos nunca". Me entristecí un poco pero me gustó que defendiera su tesoro, y dijo "además a mi hermano le valen madre estas cosas, si por el fuera ya los hubiéramos tirado"así que se los quedará todos.

Yo cuando voy a esas casas pienso, ¿cómo me chingo todos estos libros? Con mi amigo creo que no habrá problema, eventualmente su padre morirá y mi amigo me dirá "ps llévatelos" aunque seguro se queda con los de Sabines que para entonces ya habré comprado en una barata y no habrá problema. Su papá en una ocasión me dijo que le vendiera unas bocinas, o que se las cambiara por unos libros, así que esa biblioteca ya es mía. Lo de mi amiga arquitecta es más difícil porque ella quiere atesorar sus libros. Hay una opción, me caso con ella y el suegro me dice "ay que culto muchachito" y me empieza prestar sus libros, eventualmente mi nueva esposa se los lleva a nuestra casa (construida sobre las sólidas bases del amor claro está) y poco a poco se van haciendo un lugarsito en mi (digo nuestro) librero. Hay un inconveniente, mi amiga tiene un novio y está perdidamente enamorada de él. Hay otro inconveniente, yo no setoy enamorado perdidamente de mi amiga (ni no-perdidamente) y además siempre corro el riesgo de que el remoto futuro suegro de pronto tenga la última voluntad de que lo cremen con todos sus libros.
Creo que la única solución es arriesgarme a perder una amistad y robar todos los libros de su casa en alguna ocasión en que se los papás de mi amiga no estén y yo la emborrache inclementemente (ya me imagino contándole a algún amigo "y entonces la emborraché y se puso hasta el dedo" y entonces mi amigo me diría "¿y te la cogiste?" a lo que yo diría "no, pero me robé sus libros" y recibiría una cara de desilución de parte de mi amigo imaginario que ya sólo por educación me respondería; pero me diría que soy un putete ñoño de mierda).

Tengo un amigo que tiene una amiga que le compró por algo similar a cualquier cosa, un libro de Fray Luis de León editado por (alguien bien importante) a una viuda que vendía los libros de su difunto esposo. En realidad, la riqueza bibliográfica de México está mayormente contenida en las casas y mucha gente no lo sabe. Ojalá fuera más fácil, menos ilegal y menos problemático para la moral, robar libros de las casas de los conocidos.

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