Lo bueno de hacer una reflexión personal es que no se le debe dar crédito a nadie. Yo sé que muchas de mis ideas en realidad son un selección de constante búsqueda y rechazo, que son ideas de otros, que son palabras reinterpretadas, que un conjunto de significados se funden con el furor de mis entrañas y me hacen pensar como lo hago.
Hoy tengo pavor de lo que pasa en mi país, tengo ganas de quedarme pegado a la cama y llorar por todas las injusticias, tengo miedo de que alguien me agreda por leer lo que leo, por decir lo que pasa por mi cabeza cada vez que en las noticias comentan el hallazgo de cadáveres, de 5 de 25, de 40,000… ¿Qué pasa con los seres humanos que nos portamos tan mal con nosotros mismos? Mi (¿?) presidente se va a la beatificación de Juan Pablo II arguyendo que la gran mayoría de este país es católico, pero, ¿realmente lo es? La respuesta es muy evidente y es no, si lo fueran realmente, nos amaríamos en vez de matarnos y es que hay muertes alarmantes y urgentes, las que medianamente anuncian los periódicos, y la muerte de nuestra empatía que es lenta pero cada vez más segura. ¿Por qué la gente no protesta?, la gente tiene miedo, la gente siente incertidumbre y en lo único en lo que tienen confianza es en que la marcha que encabeza Javier Sicilia no provocará ningún cambio. Tienen razón, no va a cambiar nada, excepto quizá un poco de presión gracias a los medios de comunicación que no provocarán nada más allá de unas palabras mediocres de Felipe Calderón. ¿Cuál es el sentido de ir a la marcha entonces? La verdad no lo sé claramente, quizá hacer público que mi país me desconcierta, quizá sumarme a un grupo de personas que me representa mejor que otros, quizá es una gran terapia de grupo, quizá es sentir que haces algo aunque no lo hagas, pero lo que realmente quiero creer es que esta no es una marcha como todas las demás, lo han dicho varios incrédulos “esa marcha fresea” y lo hace porque varias de las personas que van son pertenecientes a una clase media, ya sea por poder adquisitivo o por nivel cultural; mucha de la gente que va a esa marcha ha hecho una reflexión sesuda acerca de la situación, de su contexto y está inconforme. Creo que ésta es una marcha a pesar de tener propuestas concretas dirigidas al gobierno, es un llamado a la sociedad civil para que se atreva a inconformarse, a decirlo, a defender su inconformidad porque todos somos culpables y en la medida en que lo sepamos y lo combatamos, vamos a ir resolviendo nuestros problemas.
No importa si de los 40,000 muertos 60,000 son criminales, importa que están muertos, que por alguna razón, por más estúpida que sea, esas personas decidieron ser criminales, esas son las cosas que se deben combatir, que esas personas que decidieron ser criminales gozan de una impunidad ridícula que les permite imponer el poder del que tiene el arma, del que secuestra, del que extorsiona, importa que las víctimas de la impunidad sean sólo un número, que nos van dejando solos, importa que están muertos.
Para los que piensan que marchar inútil yo creo que hace tiempo superamos la idea de que la marcha va a generar un cambio o una solución al problema contra el que se muestra indignación, sin embargo pienso que sí abre el espacio de la atención pública, creo que la marcha no es un fin en sí mismo sino un punto de partida, ahora somos visibles, manifestamos nuestro repudio de varias maneras; hagamos más cosas, a gran parte de la sociedad no le gusta pensar que la violencia domina su nación, hagamos de la inconformidad algo que no es sectario sino un preocupación mexicana, nacional. Yo sé que hay gente que se opone a la forma en la que nos manifestaremos el domingo pero no creo que estén a favor de la violencia y de la matanza, si bien ahora les disgustamos, ojalá no igualen la indignación con su desagrado por las obstaculización de las calles porque no es justo, el problema definitivamente no es la gente que sale a la calle, el problema es la razón por la que salen a la calle.
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