Ya con un educado prólogo que es la entrada anterior, supongo que ya puedo dar vuelo a mi bilis. Sí chingá, por qué no alegrarse por ver un buen partido de fútbol. Ver el fútbol no te hace pendejo, ser categórico e intolerante ante las cosas que no te gustan sí te hace pendejo. Chingá, cómo me caga la gente que tan fácil culpa al fútbol por los males de este país, ¿qué nunca han visto una película boba? Seguro sí, ¿y eso los hace imbéciles? No, no los hace. Entonces qué pasa, ¿qué hay en 22 sujeto corriendo tras un balón que engendra tan genuinamente el mal?
Pregúntense más bien si lo que falla no está en otro lado, en cómo vemos el fútbol. Si eso es lo que falla, pregúntense qué tanto han fallado ustedes y qué tanto contribuyen para que la manipulación sea efectiva.
Si las pasarelas de alta costura las viéramos por un momento, no como un modelo de belleza a seguir, sino como entretenimiento, como un grupo de personas que tienen una intención estética, un grupo de personas que con su cuerpo quieren evocar la Belleza, que quieren hacer arte, quizá en ese momento dejaríamos de hablar (como nos indica el lugar común) de las niñas anoréxicas y bulímicas.
El fútbol y las formas a que el lugar común nos trata de obligar, no son forzosas (sí se puede ver un partido sin una cerveza, sí se puede ser "fan" del fútbol sin ver en Cuauhtémoc Blanco a un estilo de profeta y semidios, se puede ver el fútbol sin permitir que los comentaristas sean los dictadores de la moral), entonces, ya bájenle de webos esos amargados. ¡Qué triste que no puedan disfrutar de un partido, tan sólo es no poder disfrutar una cosa más de la vida!
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