No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos.
Sólo aquello que es necesario, tiene peso; sólo aquello que tiene peso, vale.
No hay nada más pesado que la compasión. Ni siquiera el propio dolor es tan pesado como el dolor sentido con alguien, por alguien, para alguien, multiplicado por la imaginación, prolongado en mil ecos.
Tomás se decía: hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).
Diría casi que el objetivo del acto amoroso no era para ellos el placer sino el sueñor que venía después de aquél.
El amor puede surgir de una sola metáfora.
Pero ¿era amor? ... ¿No se trataba más bien de la histeria d eun hombre que en lo más profundo de su alma ha tomado conciencia de su incapacidad de amar y que por eso mismo empieza a fingir amor ante sí mismo?
Son sólo algunas cosas muy rescatables de La insoportable levedad del ser.
Comentarios
TC12
Primero: el comentario anterior me pareció en exceso simplista, si a algo llamamos amor es porque existe una imagen acústica que sirve para designar un concepto que es una idea: el amor.
Como sabemos, los signos no se corresponden totalmente en todas las lenguas del mundo, por tanto no podemos hablar de un concepto universal de amor. Sin embargo, cualquier semántico te diría que sí es posible encontrar un significado a "amor", pero siempre en un contexto. (De lo anterior se desprende: existe algo a lo que una cultura con la misma lengua llama amor y el conjunto de cabezas lo define y visualiza de una sola manera).
Bueno, ahí va monsieur Marcel Proust:
Por eso las mujeres un poco difíciles, que no posee uno en seguida, que ni siquiera sabe en seguida que podrá nunca poseerlas, son las únicas interesantes. (...) Las mujeres a quienes conocemos primero en casa de la alcahueta no nos interesan, porque permanecen invariables.
Habría que elegir entre dejar de sufrir y dejar de amar. Pues así como al principio el amor está formado de deseos, más tarde sólo lo sostiene la ansiedad dolorosa. […] El amor, en la ansiedad dolorosa como en el deseo feliz, es la exigencia de un todo. Sólo nace, sólo subsiste si queda una parte por conquistar. Sólo se ama lo que no se posee por entero.
Para ser amado, no se necesita sinceridad, ni siquiera habilidad en la mentira. Yo llamo aquí amor a una tortura recíproca.
Y eso es todo.